El Flautista del 'Palau'

Dos meses después de haber puesto a Cataluña políticamente patas arriba y de haber puesto religiosamente en práctica una estrategia de ocultación de su gestión tras la bandera de la independencia, resulta que a Artur Mas no le salen las cuentas electorales.

Como el sondeo que publica hoy EL MUNDO se ha realizado en los días previos a que el periódico sacara la información relativa a las cuentas millonarias que presuntamente tienen en Suiza destacados dirigentes de CiU, queda claro que los resultados de la encuesta reflejan estrictamente la respuesta ciudadana a los ecos de la campaña puesta en marcha por Artur Mas y su equipo desde comienzos de septiembre.

Han sido más de dos meses de una intensidad sin precedentes en los que los electores de esa comunidad han sido bombardeados con la idea sulfúrica de que España les roba y con la promesa mesiánica de que el esforzado camino hacia la independencia quedaría brillantemente coronado por el mantenimiento de Cataluña como miembro de la UE.

Dos meses bien planificados en los que la excusa, o la coartada, fue la reclamación de concierto económico catalán que el señor Mas trajo en cartera para planteárselo a Mariano Rajoy una semana después de la manifestación independentista de la Diada. A partir de aquel día, en realidad mucho antes, los nacionalistas se quitaron el disfraz y aparecieron unos independentistas enragés dispuestos a plantar cara a la Constitución, a los tribunales -aunque en eso ya tienen experiencia- y a la legalidad en su conjunto para conseguir del pueblo catalán un apoyo excepcionalmente mayoritario. La independencia ha sido su bandera y el Paraíso, su promesa.

Pero parece que no ha colado. O, al menos, no ha colado en la proporción que Mas, OriolPujol y su equipo tenían calculado. Todos ellos han lanzado un órdago al cuerpo electoral y los datos dicen que no van a ganar esa mano. De hecho, no ha habido un solo sondeo que registrara ese respaldo masivo y excepcional que Mas consideraba imprescindible para conducir a su pueblo, desprendido ya de la opresiva y ladrona España, por el camino hacia la libertad. Y conste que estoy reproduciendo el léxico que CiU ha venido manejando en este primer tramo de campaña.

Las urnas dirán pero, hasta el momento, incluso las encuestas más inclinadas a favorecer a CiU no se han atrevido a garantizar a Mas ni siquiera la mayoría absoluta raspada. A todo tirar, le han augurado que podría estar «acariciando» esa mayoría. Pero el sondeo que hoy publica EL MUNDO se queda mucho más corto y deja al partido en el poder tal como estaba. Con un escaño más o incluso con dos menos, lo que ya sería el colmo.

Si estas previsiones se cumplieran, el señor Mas debería presentar inmediatamente su dimisión por irresponsable. Pero incluso si lograra llegar hasta los 68 escaños, una cifra que no podrían calificarse de ninguna manera como esa mayoría extraordinaria que él ha estado pidiendo, todo este montaje se habría saldado con un fracaso. Porque el hoy presidente de la Generalitat ha dado cerrojazo a la legislatura cuando estaba en su mitad, abandonando así su primera obligación, que era la de gestionar la crisis económica y social que padece Cataluña. Y porque ha sometido a los catalanes y a todos los demás españoles a una presión política insoportable y, encima, con promesas falsas. ¿Todo eso para subir, en el mejor de los casos, un puñado de escaños?

España entera está braceando ahora mismo entre varias tormentas: la escasez económica, los dramas sociales y el futuro angustioso. Y justamente ése ha sido el momento elegido por Mas y su partido para zarandear brutalmente al país en su política, sus sentimientos y su Historia. Así que el 25 de noviembre por la noche no le valdrá al líder de CiU hacer cuentas tan tramposas como las que empieza a sugerir estos días, según las cuales, a él le parecería suficiente con que la distancia entre el primer partido y el segundo fuera muy notable. Con eso, ha dicho Mas, se consideraría legitimado en su apuesta.

Pues no, no lo estaría, por descontado que no. Nunca, con ningún resultado, estaría el presidente de la Generalitat legitimado para cometer ilegalidades. Pero es verdad que si, el domingo que viene, los catalanes le sacaran literalmente en volandas con una cantidad de votos jamás vista en democracia, él siempre podría recurrir al lema de su campaña -«la voluntat de un poble»- para seguir presionando políticamente al Gobierno y obtener algún tipo de pacto. Solo que no parece que vaya a suceder. Lo que de verdad parece es que los electores no se han creído las promesas que les ha hecho este líder independentista que nunca pronuncia la palabra independencia pero que no deja de hablarles de un país libre y maravilloso donde los colores brillan más y las avispas no tiene aguijón.

Ayer mismo, el presidente de la Comisión Europea, Durão Barroso, volvió a decir lo que todo individuo mínimamente informado sabe pero que CiU ha insistido en negar: que una Cataluña que se separara de España quedaría automáticamente fuera de la UE. Lo inaudito es que unos señores con la cabeza sobre los hombros hayan diseñado la delirante estrategia de mentir a los catalanes sobre esta cuestión crucial, a ver si se tragan el anzuelo y siguen ciegamente alFlautista del Palau de la Generalitat. Algo así como lo que hace el Flautista de Hamelin quien, en represalia por no haber cobrado los florines pactados con el alcalde por librar de ratas a la población, retoma su flauta y arrastra a todos los niños del pueblo que, encandilados por su música y felices por sus promesas, le siguen monte arriba. Y se los traga la tierra. Para siempre.

La información publicada estos días por EL MUNDO permite ver que los dirigentes de CiU tienen ya la tentación de alterar su actual estrategia de campaña para repetir ahora la que, en los años 80, con el llamado caso Banca Catalana, puso en marcha Jordi Pujol y que se saldó con notable éxito político para él y su partido: envolverse en la senyera y decir que se trata de un ataque a Cataluña y a su dignidad. Pero esta vez no parece que, a pesar de las amenazas de Jordi Pujol, los demás partidos vayan a secundar a CiU en su planteamiento. Enseguida lo comprobaremos.

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